ÍNDICE

CAPÍTULO X

 2.ª PARTE

 

 

¿POR QUÉ DE NOCHE?

 

 


 

Tenemos una pequeña historia de esa jornada. 8 septiembre 1961 Don Julio Porro Cardeñoso, canónigo de Tarragona.

   ¿POR QUÉ ESTA COSAS OCURREN DE NOCHE? 

  Meditación bajo las estrellas 

  madame Le Pelletier de Glatigny está en Garabandal

    volvamos al relato de doña María Herrero

    Nuevo episodio 

 Los designios de Dios. San Miguel Arcángel

   Garabandal, ¡momento importante, sin duda, en el proceso de la Salud!

 


 

A la caída de la tarde del día 29 de julio de 1968 llegaba yo a la portería del convento de Santa Clara, en Aguilar de Campoo (Palencia). Allí encontré, pegado a la reja, porque estaba un poco sordo y no veía muy bien, a un anciano y excelente sacerdote, en habla con dos monjas que estaban al otro lado; me saludó, nos saludamos... y el hombre, dicharachero y ocurrente, a cuento de no sé qué, sacó inesperadamente el asunto Garabandal: "Sí, como esas cosas raras de Garabandal, que siempre tienen que ocurrir de noche. ¡Como si la Virgen no tuviera, para aparecerse, horas mejores! En la oscuridad hay ocasión para muchas cosas... De noche "todos los gatos son pardos".

El buen cura, falto de información adecuada, se hacía simplemente eco de los muchos rumores y prevenciones que andaban de ciertas bocas a muchos oídos... ¡Cuántas veces, y desde muy pronto, ha brotado en torno a los sucesos de Garabandal la suspicaz pregunta: ¿Por qué de noche? Los objetores creían encontrar aquí una buena base para la desconfianza o la recusación.

Y era fácil pasar de eso de la "nocturnidad" a admitir como muy probable la presencia de las otras dos "agravantes": "premeditación y alevosía"... Si no por parte de las niñas, sí de parte de no sé qué personas o grupos, que las venían presionando cada vez más, con el consentimiento, hábilmente disimulado, de sus padres. Yo mismo he oído sobre esto cosas bastante peregrinas, cuando no ridículas. Lo extraño es que hasta  un obispo, monseñor Puchol, llegara a recoger tales suposiciones  –"tremenda presión"– en un documento más o menos "oficial" ("Nota" a los medios de Comunicación 17 marzo 1967.).

Como la pregunta "¿Por qué de noche?" acosaba reiteradamente a las niñas, y a los que estaban a su favor, por fuerza ellas habían de pasársela a quien decían ver en sus trances. Así ocurrió muy especialmente a los diez días de lo del agua bendita, el 8 de septiembre, jornada que, como de especial signo mariano, fue distinguida entre las de Garabandal.

 

Tenemos una pequeña historia de esa jornada.

 8 septiembre 1961

 Don Julio Porro Cardeñoso, canónigo de Tarragona.

 

"Al aire de curiosear los extraordinarios acontecimientos que allí tenían lugar, un día escalé montaña arriba hasta llegar a Garabandal. Era señaladamente el día 8 de septiembre, fiesta de la Natividad de la Santísima Virgen, y confieso que lo hice con provecho." Así cuenta de su primera visita a la famosa aldea, Don Julio Porro Cardeñoso, canónigo de Tarragona. Dice que en aquella hora afortunada "se le llenó el espíritu de brisas", que allí encontró "rumor de arroyo y vastedad de arcano..." (Este benemérito sacerdote se convertiría pronto en uno de los más decididos y competentes paladines de la causa de Garabandal. Tiene publicados sobre el tema dos importantes libros: "Dios en la sombra", estudio de un teólogo sobre los hechos de Garabandal, y  "El gran portento de Garabandal". Las notas que yo utilizo aquí, están tomadas de su primer libro, "Dios en la sombra", parte tercera, núms. 50-68.).

"Llegamos al lugar cuando las niñas videntes estaban ausentes de él, porque habían ido a la solemnidad religiosa de un pueblo inmediato (La fiesta de la Virgen de la Salud, en Puente Nansa.), que celebraba su fiesta patronal. A eso de las cinco de la tarde regresaban las niñas, todavía sin comer, a sus casas. Mientras tanto, el buen amigo don Valentín, párroco del lugar, me fue informando detenidamente de todo lo más sensacional. Un rumor de arroyo entretenía el silencio casi sepulcral que nos rodeaba, mientras cambiábamos impresiones y yo recogía noticias, consignadas por escrito y fielmente contrastadas."

Don Julio tuvo luego ocasión de examinar por separado a cada una de las videntes, preguntándoles "cuanto quiso  para esclarecer los hechos de que había sido informado..." Y llegó el atardecer. "La campana de la iglesia nos congregó para el rosario. Tres de las niñas estaban allí presentes entre las demás chiquillas (Jacinta yacía en cama, con anginas): las vigilé, y nada vi en ellas de extraordinario; eran como las otras".

"Terminó el rosario y la iglesia fue cerrada, como lo había ordenado el señor administrador apostólico. A las diez de la noche dio comienzo el éxtasis, con Mari Loli en trance..." Siguen una serie de detalles, interesantes ciertamente, pero que ya conocemos por haberse repetido muchas veces. Dos cosas le llamaron especialmente la atención a don Julio: el extraño correrse de los vestidos cuando la niña iba cayendo al suelo, y la expresión o actitud de la misma niña. Sobre lo primero dice él:

"Sus vestidos iban deslizándose hacia abajo, en movimiento contranatural, lo mismo que si una mano invisible cuidara de la más completa modestia de la niña... Había que descartar toda intervención diabólica".

Y sobre lo segundo:

"Fue cayendo Loli lentamente y en forma tal, como si alguien la fuera posando en el suelo; estaba como herida por un rayo de luz. Detenidamente la contemplo: tiene una cara verdaderamente angelical, no parece la misma..."

Quizá fue en el curso de este éxtasis (He visto luego por las notas de don Valentín, que estas preguntas, pasada por Conchita a Loli (que había ido en éxtasis a casa de la primera), no se hicieron la noche del día 8 de septiembre, sino en la del 9.) cuando la niña, a requerimiento del párroco, que había hablado con don Julio de la conveniencia de formular unas cuantas preguntas "que fueran raras y difíciles de contestar", preguntó, entre otras cosas, a la aparición:

"–¿Qué es lo que más urge la Virgen a los españoles para enmendarse?" Respuesta: "Que confiesen y comulguen."

"–¿Qué sacrificio, principalmente, pide a España?" Respuesta. "Que ayude a las demás naciones a ser buenas."

"–¿Cuál es el pecado de los padres que más la ofende?" Respuesta: "El que riñan entre sí; sus desavenencias y discordias."

 

¿POR QUÉ ESTA COSAS OCURREN DE NOCHE?

 

Seguramente, fue también en estos momentos cuando, "a requerimiento del párroco" una vez más, se hizo la punzante pregunta: "¿POR QUÉ ESTA COSAS OCURREN DE NOCHE? (Esta pregunta sí tuvo lugar en el éxtasis del día 8).

La respuesta no llegó en palabras... ¡La cara o el semblante de la Virgen "se llenó de tristeza" Y no era sólo tristeza: "La Virgen se puso seria", dijo luego Loli.

Que cada uno trate de explicarse esta contestación... Yo me pregunto: ¿No tendría algo de reacción de madre, ante hijos que se creen con motivos para no concederle plena confianza, es decir, que han caído frente a ella en una actitud de reservas o de duda? Tal vez se encerraba en esa muda respuesta un apenado reproche: Durante semanas y semanas os vengo dando pruebas –los limpios y rectos de corazón las entienden– de que soy yo quien está entre vosotros, yo la que actúa, yo quien reparte esos íntimos consuelos de que tantos podéis hablar, yo la que da secretas respuestas a tantos interrogantes vuestros... ¿y ahora me venís con esto?, ¿es que aún no tenéis bastante para reconocerme, y para estar, en consecuencia, seguros de que, aun cuando no lo entendáis todo,  tiene ciertamente su porqué cuanto hago y también la manera de hacerlo?

Los que en "la noche" encontraban motivo para desconfiar o negar, no reaccionaban mejor ante las pruebas "de día", que las hubo, y muchas. ¿Hubiera sido otra su actitud, de no haber encontrado el tropiezo de la "nocturnidad"? Pueden darnos alguna luz ciertos episodios evangélicos:

"¿Con quién –decía Jesús– podré yo comparar esta generación? La encuentro semejante a los grupos de muchachos, que enredando por las plazas, a lo mejor se echan en cara unos a otros. "Para vosotros hemos tocado alegremente la flauta, y os habéis quedado sin danzar; para vosotros hemos entonado aires fúnebres, y no habéis dado señal alguna de duelo"... Vino Juan Bautista, que no comía ni bebía, y dijeron: "es un poseído o trastornado". Viene el Hijo del hombre, que come y bebe  como otro cualquiera, y dicen: "Este es glotón y bebedor, amigo de publicanos y pecadores". Pero la Sabiduría de Dios queda justificada por sus obras" (Mt 11, 16-19).

Entonces dijo Jesús (al funcionario real de Cafarnaum): "Si no veis de continuo señales y prodigios, no hay quien os haga creer" (Jn 4, 48).

Y es que siempre podrán encontrarse razones para no entrar en la fe, si, por lo que sea, desagrada aquello que sería preciso aceptar. El Epulón de la parábola, desde el infierno, pedía al patriarca Abraham que fuese Lázaro redivivo a predicar a sus hermanos. "Tienen ya a Moisés y los Profetas... –¡No basta! Pero si alguno de entre los muertos fuese a ellos... –Te aseguro que si no hacen caso de Moisés y los Profetas, aunque un muerto resucite no se dejarán convencer" (Lc 16, 27-31).

La Virgen respondió con la tristeza de su rostro a la mentada pregunta, porque a la base de ella, por parte al menos de algunos, debía de estar una disposición nada clara ni recta.

Sólo Ella tenía todas las explicaciones; pero también a nosotros se nos ocurren algunas, para no extrañarnos de que bastantes de aquellas cosas ocurrieran precisamente de noche.

"Nunca –leemos en el informe del P. Andreu– han estado las visiones o fenómenos de Garabandal en función del mucho publico, sino, más bien, al revés.

De hecho, las más interesantes manifestaciones han tenido lugar cuando la masa de espectadores se había marchado".

Así, pues, el que muchos de aquello fenómenos fueran de noche, tuvo en primer término una virtud de selección: por no ser grato esperar horas y horas, para encontrarse después con una noche del todo incómoda, en vela y casi sin descanso (En Garabandal no podía pensarse ni en una mala fonda, ¡cuánto menos en un hotel! A veces los vecinos prestaban o alquilaban alguna cama a personas que les merecían especial consideración; pero lo ordinario era tener que pasar las horas en vela o dormitando malamente en el coche.), muchos abandonaban "el campo" y se marchaban del pueblo, especialmente los que habían llegado como en plan de excursión, para entretenerse con un espectáculo nunca visto...; quedaban, en cambio, los que sentían inquietudes serias, grupitos de personas que de verdad buscaban algo o querían saber a qué atenerse. Así, pocos en número –pero continuamente renovados–, podían observar mejor y asociarse al misterio que vivían las niñas, que era, físicamente, de alcance bien reducido.

La noche, ocasión tantas veces propicia para el pecar de muchos, quedaba marcada en Garabandal con un signo penitencial, de oración y expiación. Los que conscientemente se asociaban a las "divinas andanzas" de las videntes, acababan sabiendo del gozo y de la dureza de aquellas horas de vigilia, que solían dejarles, corporalmente, maltrechos o agotados. Los testimonios que podríamos recoger nos darían una lista interminable (A mano tenemos el de don Julio Porro, que dice así de su primera noche en Garabandal: "Al filo de las cuatro de la madrugada del día 9 de septiembre, me despedía del lugar; una vigilia así no se aguanta a la intemperie, después de haber recorrido un muy largo camino para llegar a tan ignoto rinconzuco montañés, si en ella no hay algo muy notable que presenciar y atestiguar" (O.c. núm. 50).

Las noches de Garabandal, ¡que lo entiendan así los maliciosos o los demasiado precavidos!, no eran precisamente noches de pecado, sino de expiación de pecados y de oración por los pecadores; eran la vivencia de aquello que ya había dicho el ángel a los pastorcitos de Fátima: "Debéis orar mucho, diciendo así: "Dios mío, CREO, ESPERO, ADORO Y AMO... Y os ruego por los que no creen, no esperan, no adoran y no os aman..." "(Lo que ya sabemos sobre el desarrollo de las noches garabandalistas, queda ahora confirmado con lo que don Julio dice de ésta entre el 8 y el 9 de septiembre que él vivió:
Después de lo ya dicho sobre el trance de Loli, "siguió una serie de fenómenos extáticos a cargo de ella y de conchita. en las casas, por las calles..., en las más diversas posturas: en pie, de rodillas, postradas totalmente cara al cielo, sentadas con los brazos en cruz y moviéndose en esta posición por las calles, pegadas al barro y pasando por encima de los morrillos... Las vi, en casa de Mari Loli, bajar sentadas las escaleras, brazos en cruz y la vista clavada en el cielo, sin faltar a la modestia a pesar de su difícil posición... Visitaban a los enfermos, rezando el rosario, y así entraron en casa de Jacinta, que estaba en cama con una afección de anginas.
Eran las dos y pico de la madrugada: La Virgen les ha dicho que recen otra vez el rosario... El rezo resulta perfecto.
Todo acaba con unos besos de las niñas a la visión y de la visión a ellas, y el cristiano modo de despedirse: "Hasta mañana, si Dios quiere". Las niñas se besan finalmente, y todos comenzamos a retirarnos. Eran más de las tres de la madrugada: Desde cerca de las diez habíamos estado en "danza" constante. Las videntes no están cansadas; nosotros, llenos de cansancio y sueño".
Me parece que tenemos aquí un buen "espécimen" de lo que eran las noches, las para algunos sospechosas noches de Garabandal.)
. Por eso, aquellas noches han dejado huellas indelebles en no pocos corazones. Hasta la aspereza y dificultades del camino que llevaba al pueblo, o que de él subía a los Pinos, eran todo un símbolo de la ruta penitencial o ascética que habían de seguir quienes quisieran "entrar" en la marcha, tantas veces desconcertante, de aquellos fenómenos ("Estrecha es la puerta y angosto el camino que lleva a la Vida y son pocos los que se meten por él" (Mt 7, 14).).

La "nocturnidad de Garabandal, ¿es precisamente algo nuevo en la experiencia de los cristianos? ¿No sabemos más bien, que las horas de la noche aparecen en la Historia de la Salud como horas predilectas para el "admirabile commercium" entre Dios y los hombres? Recordemos algunos datos archisabidos: de noche recibe San José la aclaración sobre el gran secreto de María, del que estaba pendiente nuestro bien, a media noche se sitúa el alumbramiento a este mundo del Hijo de Dios e Hijo del hombre; y las horas de la noche serían luego las que preferentemente dedicara Él a la oración durante su vida pública... ¡Pero si el mismo acontecimiento cumbre de toda la Historia, y más especialmente de la Historia de la Salud (La Encarnación del Hijo de Dios.), se nos presenta como realizándose en el misterio de la noche! Con palabras de la Sabiduría (18, 14-15) empieza solemnemente la misa del domingo de Navidad: "Cuando un silencio de paz envolvía todas las cosas y la noche alcanzaba la mitad de su curso, tu Verbo todopoderoso, Señor, se nos vino del alto cielo, desde su trono real".

Y algo aparece evidente por las vidas de los santos: que en las horas de la noche tenían lugar con preferencia sus grandes comunicaciones con Dios. Como si Él se complaciera en tratar con sus mejores amigos precisamente en las horas en que otros más suelen ofenderle...

No hay por qué asociar tan fácilmente las horas de las tinieblas a la acción del Poder de las Tinieblas. Por eso me parece ligero y desorbitado querer encontrar en esto de "la noche" un signo de mala procedencia para las cosas de Garabandal... Por otra parte, quien anduviese a la busca de sombras como amparo para sus deshonestidades, no tenía por qué acudir allí: por todas partes hay abundancia de noches y de sombras con que cubrir las vergüenzas de una vida indigna.

Es menester que, según el apremio del apóstol, "nos despojemos de las obras de las tinieblas y nos revistamos de las armas de la luz" (Rom 13, 12); pero sabiendo que esto no tiene directa relación con la presencia o ausencia del sol sobre nuestros horizontes.

 

Meditación bajo las estrellas

 

Con otro relato, que me parece realmente bello e interesante, vamos a contemplar una vez más cómo se empleaban, piadosa y penitencialmente, las "velas" nocturnas de Garabandal.

Se lo debemos a la ya mencionada doña María Herrero de Gallardo, y forma parte de su comunicación al Santo Oficio, fechada el 2 de febrero de 1968. Da cuenta de lo que ella vivió pocos días más tarde de cuanto nos ha referido don Julio Porro Cardeñoso. Exactamente el 12 de septiembre, jornada también mariana por celebrarse en ella la fiesta del Dulce Nombre de María.

"–Este día comenzaron los éxtasis hacia las cinco de la tarde, y se prolongaron hasta bien entrada la noche, con muy ligeros intervalos, como aquel en que Conchita dijo a su madre: "Mamá, dame en seguida la merienda, porque la Virgen va a volver", o el otro de Jacinta: "La Virgen me ha dicho que descanse un poco, porque no tardará en volver". Su éxtasis precedente había durado largo rato, y la posición de su cabeza, tan echada hacia atrás, había tenido que afectarla. Pero muy poco después de haber dicho lo que antecede, Jacinta quedó nuevamente extática: su descanso no había durado más de tres o cuatro minutos (Como dato curioso, recojo esto de las notas de don Valentín sobre la tarde del 12 de septiembre:
Hacia las seis, Loli, que salía de su casa en éxtasis, se acercó muy especialmente
"a un señor que ya había venido más veces; el público decía que era Balduino" (el Rey de los belgas).
"Jacinta va casa por casa, y hace una cruz en la cama de los enfermos... Me volvió a encontrar por la calle y me santiguó... A las seis treinta pasa rezando el rosario y hace una cruz en los coches de los que habían subido al pueblo".
Refiere don Manuel Lantero, industrial maderero de Gijón (que podría contar mucho de sus frecuentes subidas a Garabandal): "Un día yo tenía el coche frente a la casa de Conchita, en un prado cercado, cuya entrada se cerraba con una portiña o angarilla hecha de travesaños; vinieron las niñas en éxtasis y por dos veces se dieron contra los barrotes...; pero al fin saltaron con extraordinaria gracia, fueron al coche y lo signaron con la cruz sobre la carrocería y el parabrisas. No quedó ninguna señal".)
"

"Creo que fue este día cuando yo vi a las niñas jugar claramente al escondite con su visión, aunque al principio no entendía muy bien lo que estaban haciendo. Las veía deslizarse cautelosamente, sobre la punta de los pies, procurando no hacer ruido y pegándose de espalda a las paredes, hasta la esquina de la calle. Allí, iban sacando la cabeza poco a poco, en ademán de querer sorprender a alguien que se escondía de ellas... De golpe, como si hubieran descubierto lo que buscaban a la vuelta de la esquina, lanzaban gritos de alegría y echaban a correr en su seguimiento... Era de verdad encantador contemplar este juego de las niñas: evidentemente allí había una Madre que disfrutaba entreteniéndose con sus pequeñas."

"Yo sé que algunos no gustaban de esos juegos, los tenían por cosa banal, impropia de una aparición sobrenatural, y los miraban desdeñosamente. Temo que esos tales no sepan nada del don de la santa simplicidad, y que esos juegos , tan desestimados, a pesar de su maravilloso encanto, hayan sido en su caso "margaritas tiradas a los puercos" (Mt 7, 6)."

No debe sorprendernos la "extrañeza" de muchos ante esos "juegos" que tan mal parecían encajar en el curso de unos fenómenos que se pretendía tener por sobrenaturales... ¿Cuál podría ser su sentido? ¿Dónde aparecía en ellos esa intención o dimensión "salvífica" de que venimos hablando en este capítulo? Porque con esa intención o dimensión hay que contar en todo abrirse del Cielo hacia la tierra.

Confieso mi propia perplejidad, junto a mi convicción de que no puede pedirse a Dios que todo su proceder hacia nosotros nos resulte, ya desde el principio y en todos sus detalles, satisfactoriamente inteligible.

Pero me he encontrado con algo, que me parece bastante fundado, y que tal vez nos desvele la pedagogía divina que podría ocultarse en los extraños juegos de Garabandal.

Del 6 al 7 de septiembre de 1969, un grupo de "garabandalistas" franceses se congregaban para una reunión de espiritualidad en Candésur-Beuvron. Entre otras conferencias interesantes, hubo una de la señora Le Pelletier de Galtigny (María Teresa) sobre "Catechèse Mariale á Garabandal"; de ella reproduzco estos puntos:

"Entre las lecciones importantes del "Catecismo" de la Virgen en Garabandal, quiero señalar algo que, bajo su apariencia infantil, me parece toca el fondo mismo de nuestra vida espiritual. Me refiero al juego del "escondite", que más de una vez "entretuvo" a la Virgen con las niñas..."

"Cuanto más medito sobre ese fenómeno, más creo entrar en su oculto sentido."

"Ustedes lo saben: no son pocas las mamás que, cuando tratan de enseñar a sus pequeños a caminar por sí solos, recurren frecuentemente a la estratagema de esconderse detrás de una puerta, detrás de un árbol, y desde allí llaman, como obligando amorosamente al niño a ir en su busca. Y así éste, aun a su pesar, va entrenándose y afianzándose en algo tan necesario como el caminar por su propio pie."

"Algo así debió de intentar la virgen. Todos lo sabemos. en la vida espiritual, después de empezar regalando al alma con las alegrías de su presencia sentida, el Señor como que se retira o esconde, dando ocasión al alma para que le busque con mayor afán y sin consolaciones sensibles..."

"María, que conoce bien los secretos inefables de la vida divina en las almas, para poner cosas demasiado profundas al alcance de aquellas pobres niñas de aldea, recurrió a la enseñanza viva del juego del "escondite": el sufrimiento que entonces sentían al verla desaparecer, el anhelo y atención que ponían en volver a encontrarla, lo deberán ellas traspasar algún día a las vicisitudes de su vida espiritual, que no tendrá nada de fácil."

 

madame Le Pelletier de Glatigny está en Garabandal

 

Entre el 15 de julio y el 8 de agosto de 1970, madame Le Pelletier de Glatigny está en Garabandal. Un día, hablando con Conchita, le pregunta si sabe algo de su conferencia de Candé. Recibe una respuesta negativa, y entonces ella explica a la joven cómo pueden entenderse aquellos "juegos", ya tan lejanos: "De seguro que la Virgen quería enseñaros a buscarla, para disponeros a una vida de fe pura y sencilla, cuando se acabaran las apariciones. Y ahora que os encontráis en plena oscuridad espiritual, sabéis mucho mejor que yo lo que esto quiere decir..."

"–Sí –replicó Conchita–, esto era lo que la Virgen quería enseñarnos. Yo leeré su conferencia."

* * *

 

 volvamos al relato de doña María Herrero

 

Pero volvamos al relato de doña María Herrero sobre aquella jornada del 12 de septiembre, fiesta del Dulce Nombre de María.

"Hacia las ocho de la tarde, ya entre dos luces, las niñas, que estaban en éxtasis, atravesaron el pueblo y se dirigieron al camino que baja hacia Cossío. Ha sido la primera vez que yo las viese marchando en tal dirección. No las seguí, porque estaba muy fatigada de tanto correr detrás de ellas, de un lado para otro, en una tarde bastante calurosa."

"Este día del dulce Nombre de María era mi fiesta onomástica, y naturalmente, la de Aquella que había llevado como nadie este hermoso nombre; por eso yo había dicho a Conchita que felicitase de mi parte a la Santísima Virgen... Me había emocionado saber que en una ocasión Ella había hecho llegar su felicitación, en su fiesta, a cierto señor que frecuentaba devotamente San Sebastián de Garabandal.

"Aniceta tenía prohibido a Conchita salir por el camino vecinal fuera de la vista del pueblo, entonces ésta, viéndose impedida de seguir a su visión y a sus compañeras, empezó a llorar a gritos, pidiendo a su madre que la permitiera continuar adelante. Aniceta quedó tan impresionada por la voz llena de dolor de Conchita, que tuvo la seguridad, según me lo ha dicho ella misma, de no encontrarse simplemente ante la voz de su hija, sino ante una fuerza extraña que salía de ella y de su voz. No tuvo más remedio que dejarla partir; y entonces las cuatro niñas emprendieron una vivísima marcha hacia Cossío, tan rápida, que la gente que las seguía no podía darles alcance. Entonces me decidí yo a correr también detrás de  esta gente; pero me sentía extenuada, y de cuando en cuando tenía que detenerme para tomar aliento... Afortunadamente, también las niñas se detuvieron, para ir rezando en alta voz, acompañadas de la gente.

"Al llegar al puentecillo de madera que había sobre el barranco por cuyo fondo corre como en cascada un arroyo, ellas se pararon del todo y, vueltas hacia los Pinos, continuaron allí con sus rezos... Bajo el cielo puro, ya tachonado de estrellas, en la noche clara, transparente, las avemarías se iban desgranando lentamente, como transidas de una unción infinita.

"Los quince misterios del rosario se recorrieron así, el uno detrás del otro, sin prisas (como las niñas solían rezar en éxtasis)... y todo invitaba a la MEDITACIÓN.

"Yo, al menos, comprendí entonces como nunca la frase de Conchita que llamaba al "Cuadro" su "cachito de cielo"... Este cachito de cielo lo tuve yo ese día 12 de septiembre de 1961, en aquella oración de la noche, tan arropada de silencio y soledad (Tan dulce impresión dejó en el alma de la señora Herrero de Gallardo aquel rezo con meditación bajo las estrellas, que años más tarde, en septiembre de 1967... Oigámosle a ella:
"Cuando íbamos en procesión el día de San Miguel (era una procesión compuesta casi totalmente de garabandalistas catalanes que iban a inaugurar la capilla privada de San Miguel), subiendo penitencialmente desde Cossío con la imagen del arcángel y el cuadro de la Virgen pintado por Isabel de Daganzo, yo llamé la atención de Mercedes Salisachs al llegar al lugar de referencia, y ellas hizo detenerse allí a la procesión, en memoria de aquella aparición del 12 de septiembre de 1961, y puestos todos de rodillas sobre el difícil suelo, rezamos uno de los veinticinco rosarios que recitamos en total a lo largo de ese día.")

Este mismo día 12 de septiembre, en los éxtasis más privados que siguieron a lo que acaba de contarnos doña María Herrero, ocurrieron en casa de Conchita algunas cosas interesantes. Digo "en casa de Conchita", pero la protagonista no fue ella... Nos lo cuenta don José Ramón García de la Riva en su "Memorias" (Dice el cura de Barro, que esos éxtasis de la noche del día 12, en casa de Conchita, duraron desde las doce hasta las cuatro de la madrugada.).

Estaba Loli en éxtasis y llegó el momento, tan conocido ya de muchos y para todos tan emocionante, de repartir a cada uno de los propietarios los múltiples objetos que ya habían sido besados por la Virgen. Como de costumbre, la niña, sin mirar y sin equivocarse, empezó su tarea, tomándolos uno a uno del montón donde estaban revueltos o mezclados... Llegó el turno a una alianza matrimonial. La tomó Loli y se la colocó a una señora en el dedo que se acostumbra de la mano derecha. Pero casi inmediatamente, y dando la impresión de que seguía misteriosas instrucciones, sacó el anillo de aquel dedo y se lo colocó en el correspondiente de la mano izquierda: la señora no pudo contener su emoción y rompió a llorar. ¿Causa? Ella era valenciana y había entendido la delicadeza de la Virgen, pues en su tierra, según declaró a los circunstantes, los anillos nupciales no suelen colocarse en la mano y dedo en que lo hacen las otras gentes de España, sino precisamente donde Loli le había puesto el suyo... No paró aquí la cosa, sino que Loli le dijo también el nombre de su marido, que ella no había comunicado absolutamente a nadie.

 

Nuevo episodio

 

El otro episodio, sucedido allí mismo, ocurrió durante un éxtasis muy prolongado de Loli y Jacinta.

"–Yo ya había dado todo lo que tenía a mano, para que fuera besado por la Virgen, y hoy no me explico por qué motivo le di también a Conchita, durante el éxtasis de las otras dos, la máquina de fotografiar, que tenía enfundada (ya es sabido que sólo a través de alguna de las videntes, que no estuviera en trance, podíamos comunicar los demás con las que estaban extáticas)..."

Así empieza la curiosa historia que don José Ramón ha recogido en sus "Memorias" con el rótulo o epígrafe de "Historia de la fotografía de la Virgen", y que yo no voy a reproducir aquí por no alargar con exceso esta capítulo.

¡Memorable, ciertamente, aquella primera fiesta del Dulce Nombre de María en el Garabandal de las apariciones!

Allí se vivían a la sazón unos días preotoñales, apacibles, de encanto único, y si resultaban maravillosas las veladas de rezos y meditaciones bajo las estrellas, como aquélla del puentecillo sobre el barranco, no dejaban de tener su propia "gracia" otras más sencillas, de familiar charla en las cocina de las casas.

De una de estas últimas nos habla así doña María Herrero:

"–Un atardecer, después de la aparición, yo me encontraba a solas con Conchita, en su casa. Aproveché la ocasión y le dije":

"–Háblame de la Virgen, Conchita. (En general, ninguna de las niñas hablaba espontáneamente de sus visiones; ellas guardaban celosamente "su secreto"; pero este día yo tuve suerte.)"

"–¿Qué quieres que te diga? Hoy la Virgen ha venido sin el Niño. Tampoco traía corona. Sus cabellos eran largos, morenos, con una raya en medio... Nunca la hemos visto con velo sobre la cabeza, y sus cabellos se menean ligeramente, como al paso de una brisa..."

"–¿Algo más?"

–¡Hay tanto Pero yo no acierto a hablar... Un detalle interesante: cuando la Virgen reza el "gloria", baja la cabeza con extraordinaria reverencia (La señora de Gallardo ha oído también a Conchita, aunque no recuerda si fue en esta o en otra ocasión:
"La
Virgen daba la impresión, al mirar, de que más que a ti, miraba al mundo. ¡Y de qué modo! Nadie podría mirar así".)

–¿La has visto alguna vez vestida con el hábito del Carmen?

–Ella viene siempre vestida de blanco y con un manto azul. Sólo el día de la fiesta del carmen, 16 de julio, la he visto con hábito de carmelita.

–¿Y qué me dices de San Miguel?

–Que por él empezó todo. Vino la primera vez el día 18 de junio, precedido de un relámpago y de un retumbar de trueno, que nos impresionó mucho.

–Esto no me extraña, Conchita, porque ¿no sabes tú que San Miguel es el Príncipe de la Milicia Celestial, porta-estandarte de Dios, triunfador de Satanás, etc., etc...?

–Pues no, yo no sabía nada de eso.

En otro momento de la conversación, hablando del Niño Jesús, Conchita trataba de explicar cómo iba vestido: –¡Es muy difícil explicar el color de su ropa! Es como si se vistiera de un poco de cielo..., pero no precisamente azul; no sé de qué puede estar hecha su ropa...

Sobre San José: –El es el más grande de los santos del cielo".

 

Los designios de Dios

 San Miguel Arcángel

 

La presencia de San Miguel Arcángel es de significación decisiva en el misterio de Garabandal. Conchita explicaba en Burgos, por noviembre de 1967, a la pintora Isabel Daganzo: "Representaba como nueve años, ojos negros, sonriente, alas desplegadas de color fuego pálido, vestido azul claro. no le veíamos manos, sólo cuando nos daba la comunión... No tocaba con el borde del vestido la piedra que la gente ha dado en llamar "la piedra del ángel": estaba sobre ella, pero en el aire".

A pesar de tan "inofensivas" apariencias, no perdamos de vista la verdadera dimensión del primero de los arcángeles, según trataba de hacer comprender a Conchita, entonces demasiado "primitiva", doña María Herrero. El es el instrumento de Dios para las más altas misiones, su brazo en los decisivos combates.

¿Por qué entonces se presentó así en Garabandal? ¿Qué concreta misión traía? No era poco el venir a preparar los caminos a la "Mujer revestida del sol, con la luna debajo de los pies, y coronada de doce estrellas" (Ap 12, 1-7). Mas hay motivos para pensar que no venía sólo para eso...

Fuera de lo del relámpago y el trueno, todo en él parecía irradiar apacibilidad. Pero una misión de paz puede ser el preámbulo, si fracasa, del último total combate.

¿Quién puede decir que no hemos entrado ya en una de las horas punta señaladas en el último libro de la Escritura?

"Yo vi entonces a un ángel que subía del oriente, llevando el sello del Dios vivo; y gritó con voz poderosa a los cuatro ángeles que tenían el encargo de sacudir punitivamente a la tierra y el mar, y les dijo: "No maltratéis aún, ni a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos terminado de marcar en la frente a los siervos de nuestro Dios" " (Ap 7, 1-3).

Última tarea de paz, este marcaje de selección y salvación, antes de pasar al final ajuste de cuentas. El ángel que, con atuendo pacífico conduce esa pacífica tarea, bien puede ponerse después, con otro aire, al frente de los ángeles justicieros.

A orillas del Tigris se dijo un día a Daniel, en el curso de la comunicación "profética" más impresionante de su vida:

"En aquella sazón se levantará Miguel, el gran arcángel o príncipe que se ocupa de tu pueblo. Serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que existen naciones...

Entonces tu pueblo podrá salvarse: todos aquellos que sean inscritos en el libro.

Y un gran número de los que "duermen" en los dominios del polvo, se despertarán: unos, para la vida eterna; otros, para el oprobio y el horror definitivos.

Los "sabios" resplandecerán como el fulgor del firmamento, y quienes hayan enseñado a muchos la justicia, como estrellas en perpetuas eternidades" (Dan 12, 1-3).

 

Garabandal, ¡momento importante, sin duda,

en el proceso de la Salud!

 

Tanto la Virgen como el Ángel que la precedió y los que luego la han acompañado, venían para nuestro bien, no para nuestro entretenimiento. Por ellos, una vez más, "la gracia de Dios, fuente de salud para todos los hombres, se nos ha manifestado, en orden a que acabemos de renunciar a la impiedad y a los apetitos de este mundo, para vivir en la moderación, la justicia y la piedad, a la espera, con bienaventurada esperanza, de la aparición en gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, que se entregó por nosotros a fin de rescatarnos de toda iniquidad y tener así un pueblo propio, afanoso de obrar bien" (Tt 2, 11-14).

* * *

Al terminar este capítulo, cae extrañamente ante mis ojos (no recuerdo cómo llegó hace meses a mí) una fotografía-postal, donde bajo un cielo espesamente nublado aparece el difícil camino de Garabandal... A lo lejos y arriba, los Pinos; detrás, y como fondo, los montes que esconden sus cumbres entre nubes. Esta singular panorámica viene comentada al dorso por unos versos, de cuyo valor literario, no hay por qué hablar ahora, pero que tienen el valor indiscutible de recoger densamente lo mucho que ya ha sido Garabandal y anunciar lo mucho más que aún deberá ser. ¿Quién ha sido su autor? Por ahora lo ignoro; pero nos habla en ellos "la voz de todo un pueblo"..., la de los innumerables que ha hecho aquella ruta con el espíritu desocupado de prevenciones:

 

"Camino...

con los ojos puestos en la esperanza
de unos pinos centenarios...;
con pies firmes, mirando en lontananza
a donde sólo a Dios se alcanza
por caminos penitente de rosarios:

Lejanía, horizontes, ¡sitial de María!,
¡púlpito de la Profecía!;
humeral que cubre las espaldas del Misterio...,
en donde estallará la Luz de Dios
creando un Nuevo Día.

¡Camino mil veces recorrido!
Soñado siempre, y más rezado,
donde el Salmo se hará nido.
y Voz, el cielo aún sellado".

212-223

A. M. D. G.